En cada etapa de nuestras vidas hay personas que dejan una marca imborrable. Aquellas que nos inspiran a ser mejores y nos recuerdan el poder transformador de la enseñanza. Las maestras son, para muchos, esas figuras que, más allá de enseñar a leer o a sumar, despiertan en sus estudiantes la curiosidad, la confianza y el deseo de aprender sin límites.
En el marco de una nueva celebración del Día del Maestro ―que, en Uruguay, se festeja cada 22 de setiembre―, resulta un momento ideal para rendir homenaje a los maestros y a las maestras, cuyo legado trasciende el tiempo y sigue vivo en nuestras memorias.
Ivanna Levy (estudiante del Master en Educación), Luisina Würth Troche (estudiante del Master en Formación de Formadores) y María Machín (estudiante del Master en Gestión Educativa) rememoran el impacto de las maestras que desempeñaron un papel crucial en sus trayectorias.
Amanda: la maestra que potenció las fortalezas
Ivanna Levy no planeaba ser maestra. De hecho, inicialmente se formó como contadora pública. Consideraba que la docencia era un trabajo “muy complejo y poco reconocido”, por lo que magisterio no fue su primera opción. Sin embargo, diferentes experiencias vividas le permitieron reconocer que allí estaba su verdadera vocación.
Y, varios años después, hay alguien que sigue marcando en su desempeño profesional: Amanda, su maestra de 6.º año. “Aun siendo niña percibía con mucha nitidez su gusto por enseñar, su energía y entusiasmo”, asegura Ivanna, quien agrega que su maestra tuvo la capacidad de ayudarla a ella y a sus compañeros a “identificar las fortalezas y potenciarlas, al estimular el interés por aprender y superarse”.
Con especial cariño, Ivanna se acuerda cuando Amanda incentivó a su clase a participar en un proyecto de los Clubes de Ciencia, junto con otra escuela (en la que también era maestra). Esa experiencia le permitió trabajar en equipo con estudiantes que inicialmente no conocía y desarrollar habilidades sociales que siguen siendo valiosas en su vida adulta.
Como parte del proyecto, tuvieron la oportunidad de ir a la radio para compartir el conocimiento obtenido. “Aunque me sentía un poco nerviosa y con una gran responsabilidad, también estaba entusiasmada al ver que lo que estábamos realizando podía ser un verdadero aporte para muchas personas”, indica Ivanna. La experiencia la ayudó a “ir venciendo la timidez” y hasta el día de hoy recuerda ese momento “con alegría”.
Finalmente recibieron una mención especial por el Club de Ciencias, pero más allá del reconocimiento, Ivanna se queda con la habilidad de su maestra por hacerla sentir “protagonista de su aprendizaje” y capaz de lograr “cosas grandes”.
A través de su ejemplo, Amanda sigue influyendo en mi desempeño como maestra, ya que me gustaría que mis estudiantes experimenten ―al igual que yo lo hice― el deseo de aprender y que puedan conectar lo que aprenden con su propia vida.
Un mensaje para Amanda
“Le agradecería por sus esfuerzos para motivar nuestro deseo de aprender, por ser ejemplo de dedicación y por ayudarnos a descubrir, a través de la observación, nuestros valores y fortalezas”, manifiesta.
Acerca de Ivanna
Ivanna Levy es estudiante del Master en Educación de la Universidad ORT Uruguay. Actualmente se desempeña como maestra de 6.° año en la Escuela n.° 196 Deborah Vitale D'Amico y como maestra de 5.° año en la Escuela Primaria Logosófica 11 de Agosto, en Montevideo.
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Master en Educación
La convicción como legado
Como estudiante, docente y “aprendiz empedernida”, son muchas las maestras que marcaron a Luisina Würth Troche. Cristina, la maestra de 4.º año que supo captar su “sensibilidad frente a las cuestiones sociales”. Iaia que, con sus clases “colmadas de reflexión, de crítica y de ideales”, le enseñó que no “hay profesión más social que la de educar”. Y Miriam y su “amor por los chiquilines”, quien los llenaba de “valores, de cariño y de respeto”, son algunas de ellas.
Pero, a pesar de sus diferencias, hay algo en común que une a las tres maestras: la convicción. Sin embargo, ¿a qué refiere dicho concepto? Para Luisina, tiene que ver con el “compromiso, el entusiasmo, la alegría y la responsabilidad que conlleva la tarea de educar”: “Es esa fuerza que motiva a estudiar, a planificar y a disfrutar cada una de las clases, siendo plenamente conscientes de que se está dejando huella”.
Las maestras de Luisina fueron, nada más y nada menos, las que forjaron su vocación y la profesión que elige todos los días. “Como docente de formación docente y, particularmente, de los futuros maestros del país, esa convicción que me dejaron mis maestros como legado es la fuerza que me motiva a luchar, para darle a la profesión de educar el lugar que se merece”, afirma.
Hacer el ejercicio de cerrar los ojos y pensar en una de esas maestras que nos han marcado, demuestra lo valioso que es su trabajo, porque todos tenemos un recuerdo, una anécdota o una sensación que nos recorre cuando pensamos en ellas.
Había una frase de José Gervasio Artigas, que Luisina veía mucho en los salones o en los discursos de las maestras en los actos patrios: “Nada podemos esperar si no es de nosotros mismos”. Esa idea siempre resuena en ella, quien relaciona estrechamente con la convicción docente y con la “imperiosa necesidad de las maestras de educar para hacer de este mundo un lugar mejor”.
Un mensaje para sus maestras
“Para todos los docentes que trabajan comprometidos con la educación y con la convicción de transformar la realidad, mis saludos en este día. Mi más sincero agradecimiento a mis maestras y a mis alumnas: las futuras maestras del país que, con toda la convicción, se están formando”, subraya.
Acerca de Luisina
Luisina Würth Troche es estudiante del Master en Formación de Formadores. Actualmente se desempeña como profesora de Sociología e Investigación Educativa en el Instituto de Formación Docente de Rosario y de Carmelo, en el departamento de Colonia.
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Master en Formación de Formadores
Graciela: una pionera de la educación emocional
Con su sencillez, nobleza y dulzura, Graciela dejó una huella imborrable en la vida personal y profesional de una de sus estudiantes: en la de María Machín. Cuando transitaba 5.º año, en Casupá (Florida), fue Graciela la maestra que la inspiró y motivó a elegir esa “hermosa y adorable profesión”.
Tenía muchas cualidades, pero María recalca la ternura, empatía, paciencia extrema y la mirada “dulce y calma” de su maestra. “Sabía cómo hacer brillar a cada uno de sus alumnos, al destacar sus fortalezas y al minimizar sus debilidades. Te hacía sentir importante, valioso y único”, detalla.
El mayor regalo que se lleva es el hecho de que, sin conocer el concepto de educación emocional, Graciela desarrolló diversas herramientas con ese foco, para llevar adelante sus clases. Siempre tenía la palabra justa y precisa con sus estudiantes: todos eran tratados de la misma forma, con el “amor y el valor personal” que merecían.
Tiempo después, Graciela sigue influyendo en el accionar diario de María: “La tomo como referente del profesional que deseo ser. Como ejemplo y guía a la hora de relacionarme con los alumnos y docentes, para poder acompañarlos, motivarlos e inspirarlos como ella lo hizo conmigo”.
Graciela nos demostró que con amor, esfuerzo y perseverancia se puede lograr lo que uno se proponga o desee en la vida. No hay límite ni techo cuando querés algo con el corazón.
Un mensaje para Graciela
“Gracias por educar con amor, por inspirarme a ser parte del arte de enseñar y de acompañar a otros en sus aprendizajes. Gracias por respetar cada proceso singular de enseñanza, sin dejar a nadie en evidencia. Gracias por tratar a todos con igualdad de condiciones y transmitir el sí se puede. Gracias por enseñar desde la inteligencia emocional, cuando ese concepto era prácticamente inexistente en el ámbito educativo. Salud, por muchas maestras inolvidables como vos, querida y admirada Graciela”, expresa.
Acerca de María
María Machín es estudiante del Master en Gestión Educativa. Actualmente se desempeña como maestra directora efectiva, en la Escuela n.º 45 Dr. Cyro Giambruno, en el Departamento de Florida.
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Master en Gestión Educativa