Actualmente –y desde 2015– ocupa un cargo de docente, de carácter efectivo, en una escuela A.PR.EN.D.E.R. (Atención Prioritaria en Entornos con Dificultades Estructurales Relativas), ubicada en el Área Metropolitana. También se desempeñó como maestra en una escuela urbana común, en una escuela rural (multigrado) y como docente de Idioma Español en dos liceos del interior del país.
En medio de la pandemia, ¿cómo fue la experiencia de defender tu tesis de forma virtual?
Ha sido una buena experiencia, ya que nos ha invitado a superar ciertas barreras frente al uso de la tecnología y respecto a la virtualidad. La defensa se desarrolló con normalidad, se establecieron pautas claras y precisas sobre su contenido y organización.
La diferencia se encuentra dada por el medio de realización. Considero que hay que superar los temores que enfrentamos frente a la modalidad en línea, pues con anterioridad a la defensa se presentan cuestionamientos sobre el funcionamiento del dispositivo de acceso, de la plataforma y su correcto uso, así como de la conectividad.
Sobre este último punto creo que es sobre el que se tiene más incertidumbre o, por lo menos, en mi caso. La razón está en que, por vivir en una localidad del interior del país, a veces se presentan dificultades, las cuales no son solucionadas con inmediatez, lo que a su vez se ve afectado por la situación de emergencia sanitaria.
Como ventajas visualizo que es muy importante para quienes vivimos en el interior del país –en mi caso, a 80 kilómetros de Montevideo–, dado que no insume tiempo de traslado y esperas.
Pienso que el desafío es adaptarse al uso de las tecnologías, ya que estamos acostumbrados a sentir más seguridad en las instancias presenciales, lo que puede deberse a los antecedentes de formación que tenemos, de corte más tradicional. Sin embargo, toda la maestría nos preparó para el uso competente de los medios digitales, por lo que esperaba esta coherencia en la defensa, esta ruptura, esta innovación.
¿Cómo ha sido el hecho de terminar de preparar el trabajo final en dicha situación? ¿Cambió en algo el proceso que venías realizando a lo largo del semestre?
En mi caso particular, continué desarrollando el trabajo con normalidad. No cambió el proceso que ya se realizaba de forma autónoma, con el apoyo sistemático del tutor, quien siempre estuvo disponible.
Personalmente, disminuyó el tiempo personal que tenía para la realización, ya que la suspensión de clases en Educación Primaria demandó más tiempo de trabajo que el usual.
Nací y crecí en el medio rural, ambiente en el que logré muchos aprendizajes, pero que tiene sus limitantes en cuanto a las posibilidades de acceso a la educación. Es decir, las posibilidades para la formación dentro y fuera de la escuela no son las mismas que en el medio urbano
¿Cuál fue tu motivación para seguir estudiando y formándote?
Mi motivación es mi deseo de superación y la idea de que ello se logra a través de la educación. Desde pequeña me gustó estudiar y ampliar mis conocimientos a través de los libros que había en mi hogar, pues no había acceso a internet. Asistí a una escuela rural y, posteriormente, ingresé al liceo, oportunidad que me dio mi familia, ya que en la zona otros compañeros quedaron trabajando en el campo y no continuaron sus estudios –aspecto valorado “positivamente” en el lugar–.
Al finalizar mi educación secundaria y tras descartar diferentes profesiones, decidí cursar la carrera de Magisterio en un Instituto de Formación Docente relativamente cercano geográficamente, ya que por motivos económicos y de traslado era el lugar más viable para acceder a una formación terciaria. Además me gustaba la carrera, dado que la conocía de cerca: es la profesión que tiene mi madre.
En dicho IFD se decidió realizar un congreso al que asistieron distintos profesionales, entre ellos, individuos que tienen maestrías en distintas áreas. Fue allí que me propuse que, cuando finalizara mi formación inicial, continuaría con mi desarrollo profesional. Posteriormente se presentó la oportunidad de solicitar una de las becas que la Universidad ORT otorga a la ANEP, pudiendo acceder a ella y sin la cual no podría haber cursado esta formación.
¿Qué es lo que has aprendido o cuál es el conocimiento más valioso que te llevás del postgrado?
Tiene un excelente nivel, pero requiere de mucho esfuerzo, tiempo y compromiso frente al proceso de aprendizaje que se transita. Pienso que todo lo aprendido ha sido valioso, ya que todos los conocimientos confluyen en lo que soy capaz de hacer.
Igualmente destaco los aspectos vinculados al diagnóstico de necesidades de formación y al empleo de sus resultados como condicionantes de las decisiones que se toman en la planificación de acciones formativas.
Valoro, fundamentalmente, la capacidad para investigar que se nos genera durante todo el transcurso de la maestría
En tu trabajo, ¿qué aspecto considerás que vas a poder mejorar o potenciar, gracias a haber realizado la maestría?
No puedo aplicar directamente lo aprendido en mi trabajo, pero ha influido en mi capacidad para analizar y establecer cambios en mis prácticas educativas. También ha potenciado las posibilidades que tengo para realizar aportes teóricos y prácticos, los que han sido de interés para el colectivo docente al que pertenezco.