Novedades

Inteligencia artificial y gestión educativa: mitos, riesgos y oportunidades

10/09/2025
El Dr. Joaquín Gairín ahondó en las tendencias internacionales respecto a la adopción de la inteligencia artificial y de las tecnologías digitales para la gestión escolar.
Joaquín Gairín

“El tema de las tecnologías digitales y la inteligencia artificial preocupa y ocupa”, aseguró el Dr. Joaquín Gairín, director del Centro de Investigación y Estudios para el Desarrollo Organizativo de la Universitat Autònoma de Barcelona (España) y presidente de la Red de Apoyo a la Gestión Educativa (RedAGE).

Durante el café coloquio titulado “Inteligencia artificial y tecnologías digitales en los centros educativos”, profundizó en las posibilidades y en los retos que supone la inclusión de las herramientas digitales para las organizaciones educativas.

Los mitos de las nuevas tecnologías

“El uso de las pantallas genera ansiedad y depresión”, “atrofian la atención”, “causan adicción”, “producen miopía” o “generan déficits lingüísticos” son algunos de los titulares que se pueden encontrar en distintos medios y publicaciones.

Es por ello que el expositor abordó los mitos más frecuentes alrededor de las nuevas tecnologías y, en especial, su repercusión en el debate pedagógico.

El punto crítico, según manifestó Gairín, radica en que esas ideas se basan en estudios de asociación que, muchas veces, se interpretan con un “efecto de causalidad”.

El gran problema es que, a partir de esas noticias amplificadas por los medios de comunicación, puede aparecer la idea implícita de que la solución es que “se eliminen las pantallas, el ordenador y el móvil”.

¿Pantallas sí o pantallas no?

En Cataluña, la presión de grupos de madres y padres desembocó en la prohibición del uso de dispositivos móviles en los centros de enseñanza, lo que ha impulsado al debate social y pedagógico.

Joaquín Gairín y Andrea Tejera Techera

Ante esa situación, Gairín señaló una tendencia recurrente: ante la presión, eliminar por precaución, “por si acaso es malo”. Sin embargo, calificó esa postura como un “cerrojo tremendo”.

Estamos en una sociedad tecnológica y no podemos prescindir de las tecnologías. Lo que hemos de hacer es convivir con ellas.

Su argumento fue claro: una escuela cercana a la sociedad no puede prescindir de los contextos tecnológicos, porque debe preparar a los estudiantes para desarrollarse en entornos plenamente digitales.

“Lo que no podemos hacer es prescindir de la tecnología, con los argumentos que sean, porque es ir contra la propia naturaleza de la educación, que tiene que estar al servicio de la sociedad y al servicio de las personas”, resumió.

En ese marco, advirtió que, si se elimina el componente tecnológico de los centros educativos, la pregunta inevitable es dónde se formarán los estudiantes. Su respuesta fue categórica: “No se formarán”.

Educación, más que regulación

“El mundo es un campo abierto, ¿podemos regular todas las situaciones?”, cuestionó Gairín. A su juicio, si bien “cierta regulación mínima es importante”, la clave está en la educación.

“Yo enfatizaría mucho más en la autorregulación, porque nunca llegamos a tiempo con las normativas”, puntualizó.

Como ejemplo, destacó el papel de Ceibal, que en sus inicios respondió a “necesidades sociales y tecnológicas”, para luego consolidarse como un “espacio de curaduría sobre software”.

“Esto es lo que tienen que hacer las administraciones públicas”, opinó. En lugar de limitarse a regular —como ocurrió en Cataluña—, a su entender, es fundamental “acercarse a la realidad” y explorar cómo aprovechar estas herramientas al máximo, siempre recordando que “el objetivo de la formación es el desarrollo de la persona”.

Galería de imágenes

Café coloquio Joaquín Gairín - Julio 2025

“Inteligencia artificial y tecnologías digitales en los centros educativos” fue un evento organizado por el Instituto de Educación de la Universidad ORT Uruguay y la Red de Apoyo a la Gestión Educativa (RedAGE) Uruguay, que se realizó el martes 22 de julio, en el auditorio del Campus Centro de ORT.

¿Y ahora qué?

Con cada avance tecnológico surge una nueva interrogante en el ámbito educativo: “¿Y ahora qué hacemos?”. “Siempre vamos por detrás de la realidad”, recalcó Gairín, quien añadió que es relevante preguntarse para qué dichas herramientas podrían ser de utilidad en la educación.

“En la práctica, se trata de recuperar una buena educación, es decir, aquella que tiene unas finalidades determinadas para desarrollar a las personas. Y a partir de ahí pensar: ¿qué hacemos con las nuevas tecnologías?, ¿cómo me pueden ayudar?, y no hacerlo al revés”, expresó.

Lo que el presidente de RedAGE ha notado es que la incorporación de recursos digitales no ha transformado la práctica docente de manera sustantiva: “No hemos profundizado en qué cambios han de tener los procesos de enseñanza y aprendizaje cuando usamos las nuevas tecnologías”.

Y, en muchos casos, lo que se ha hecho es trasladar modelos tradicionales a un nuevo soporte. Para ilustrar, Gairín mencionó que en vez del libro de texto, ahora se utiliza la versión electrónica. “¿Tiene sentido eso, si es lo mismo?”, cuestionó el expositor.

“Deberíamos aprovechar la implantación de las nuevas tecnologías para lograr procesos de enseñanza y aprendizaje más efectivos, más personalizados, que permitan tutoría y orientación permanente”, complementó.

Levantarse para aprender

Los centros educativos deberían ser cada vez más espacios de síntesis, de debate y de análisis”, precisó Gairín, quien explicó que, en ocasiones, el profesorado suele estar preocupado en trasladar los conocimientos a los estudiantes, en lugar de enfocarse en promover la reflexión y la interacción.

Joaquín Gairín

Subrayó además que, para enseñar con tecnología, es imprescindible que los docentes conozcan cómo funciona. El problema es que la “novedad tecnológica” se suele imponer por encima de la reflexión pedagógica y de la formación docente.

“Una parte importante del fracaso que ha tenido la implantación de las nuevas tecnologías en la educación ha sido porque el profesorado no dominaba dicha tecnología”, sentenció. Si bien aclaró que no deben ser “expertos”, sí es crucial que conozcan cómo se utilizan y cuáles son sus limitaciones.

En el nuevo contexto, ser docente es enseñar a pensar, no decir lo que se tiene que pensar.

Para finalizar, recordó una frase de un cantante que decía que para formarse “hay que sentarse”, mientras que para aprender “hay que levantarse”. “Si queremos aprender, hemos de movilizarnos, hemos de interactuar, hemos de plantearnos preguntas”, concluyó Gairín.