“Tenemos un diseño y una organización del espacio educativo, que está aprendido, asumido por todos y que no se centra en los estudiantes en absoluto”, aseguró el Dr. Guillermo Bautista, profesor de la Universidad Oberta de Catalunya e investigador del grupo Smart Classroom Project.
Durante la conferencia “Espacios educativos para la mejora del aprendizaje”, el especialista recalcó la importancia de “empezar a poner atención” en este tema que, a menudo, recibe “muy poca reflexión”, y que tiene claros efectos en el bienestar, así como en la mejora de los resultados académicos y de aprendizaje de los estudiantes.
“Pero, sobre todo, mejora el estar en la escuela, y que los niños y jóvenes tengan una mejor experiencia cuando estén dentro de la institución educativa”, añadió Bautista, quien hoy en día se dedica a estudiar la relación entre el espacio físico y el aprendizaje.
Mejorar el espacio implica aumentar la motivación y el compromiso de los estudiantes.
Actualmente, uno de los principales problemas que enfrentan las instituciones educativas, de acuerdo con Bautista, es que les “cuesta mucho conectar con el alumnado”, por “las formas muy tradicionales de hacer”.
A lo largo de los años, las concepciones sobre la enseñanza y los aprendizajes han evolucionado. Sin embargo, la configuración de las aulas parece que no ha sufrido demasiados cambios.
Tampoco los pupitres, que actúan como “elemento controlador” y “compresor del movimiento”, en palabras del profesor e investigador. A pesar de que en España, por ejemplo, los hombres y las mujeres “estadísticamente han crecido y casi no caben”, permanecen casi sin modificaciones.
Por todo ello, diseñar espacios para las necesidades educativas actuales, en base a evidencia científica y soluciones innovadoras, se vuelve cada vez más relevante. ¿Por qué razones? En palabras del experto, presenta numerosos beneficios: va a mejorar el bienestar físico y psicológico de los estudiantes, favorecer la estancia en el centro, generar un aprendizaje con movimiento y libertad, y va a contribuir a obtener mejores resultados de aprendizaje.
“Solamente cambiando el espacio de aprendizaje, va a cambiar la metodología, así como el nivel de interacción entre el docente y los estudiantes, y entre los propios estudiantes", resumió.
Bautista se dedica a asesorar a las instituciones educativas a mejorar su proyecto educativo, a través de los espacios. ¿En qué consiste la intervención? En distintas fases: primero se realiza un análisis pedagógico, seguido de un proceso de codiseño, luego, la implementación del proyecto, para finalizar con el asesoramiento sobre el uso del espacio y una evaluación de lo ocurrido.
Si bien está realizando una investigación cuantitativa para confirmar que en esos espacios se aprende de manera más efectiva, fundamentalmente, se basan en las percepciones de los usuarios: “Hemos corroborado que en los espacios están mejor, se aprende más y se atiende de forma más adecuada a la diversidad”.
Hay otra forma de plantear el aprendizaje, y el espacio puede dar una respuesta en ese sentido, por lo que no podemos negarnos a entender esa relación.
El cambio del espacio, no obstante, implica “muchos recursos económicos”. “Es algo caro”, admitió Bautista. Por ese motivo insistió en que, si las instituciones educativas desembolsan dinero, es importante que lo hagan de “forma consciente” y con “el máximo acierto posible”.
Y, a través de distintos ejemplos de intervenciones, Bautista planteó formas posibles para incidir en el diseño y en el uso de los espacios. Por ejemplo, aquellas aulas sin pupitres asignados a niños específicos van a contribuir al movimiento. A su vez, agregar elementos naturales, como plantas, “está comprobado que mejora la calidad del aire”, según expresó el especialista.
A pesar de que el “aula smart” no es de determinada forma, sino que cambia en base a las necesidades, también enumeró una serie de principios guía, para tener en cuenta a la hora de mejorar los espacios:
- Flexibilidad: el aula se debe adaptar a las actividades que los estudiantes y los docentes deseen realizar.
- Confort: tiene que ser lo más confortable posible para las personas que la utilicen.
- Multiplicidad: contar con recursos variados en el aula, pero únicamente aquellos que sean útiles para los propósitos pedagógicos. Bautista destacó que, en ocasiones, muchos materiales terminan siendo innecesarios, por lo que ocupan espacio y crean contaminación visual.
- Conectividad: en esta era, las aulas deben estar conectadas digitalmente.
- Personalización: los espacios deben permitir la personalización del aprendizaje, para que los estudiantes los sientan como propios.
- Orden y organización: para atender la diversidad e impulsar un aprendizaje más autónomo.
- Seguridad y bienestar: de forma de proporcionar un entorno donde los niños se sientan bien.
- Sostenibilidad: diseñar espacios lo más sostenibles posible, para garantizar su viabilidad.
Mejorar el espacio de aprendizaje tiene que ver con sensibilizar al profesorado y hacer partícipes a los usuarios de los procesos de codiseño.
¿Qué no se debe hacer? Bautista enumeró algunos errores frecuentes. Por un lado, basarse en la intuición, en el gusto del profesorado o en una propuesta del equipo directivo, en lugar de impulsar un proceso de codiseño con los usuarios de los espacios. Por otro, si bien se suele viajar a otros países y trasladar esas ideas a las aulas, indicó que hay que tener en cuenta las idiosincrasias propias de cada lugar.
Lo importante, para él, es entender que no es magia. “El espacio es un elemento más, pero debe estar acompañado de toda una estrategia institucional”, concluyó.
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La conferencia “Espacios educativos para la mejora del aprendizaje” se realizó el martes 26 de noviembre, en el auditorio de la Facultad de Comunicación. La actividad fue organizada por la Facultad de Arquitectura y el Instituto de Educación de la Universidad ORT Uruguay.
Se desarrolló en el marco del proyecto “Espacios innovadores de aprendizaje: co-creando escenarios sustentables”, a cargo de la Dra. Paula Cardellino, docente investigadora de la Facultad de Arquitectura, junto con el MA. Andrés Riva, en representación de la ANEP, que fue financiado por la Agencia Nacional de Investigación e Innovación (ANII).