La egresada de la primera cohorte del Doctorado en Educación analizó su experiencia como subsecretaria de Educación Parvularia durante sus primeros meses de trabajo, al tiempo que reflexionó sobre los conocimientos, herramientas y aprendizajes que se llevó luego de cursar el postgrado en la Universidad ORT Uruguay.
A casi un año de asumir como subsecretaria de Educación Parvularia en Chile, ¿cómo han sido estos primeros meses de trabajo? ¿Cuál es el balance que hacés?
Desde comienzos del 2022, experimenté un giro importante en mi carrera, porque hasta esa fecha mi desarrollo profesional estaba vinculado principalmente a la academia. Específicamente, a la formación inicial y continua de profesores, a la investigación y a la gestión universitaria.
En el marco de mi aproximación al servicio público, en marzo del año pasado, me hice cargo de la Fundación Integra: una de las instituciones más importantes en la educación inicial en Chile ―que tiene presencia en todo el país, con más de 1.200 jardines infantiles y cerca de 26.000 trabajadores―, y que ofrece oportunidades de aprendizaje, desarrollo y bienestar para los niños y niñas, desde los cero hasta los cuatro años.
Luego, en setiembre del mismo año, el presidente Gabriel Boric me convoca a su gabinete, con el desafío de liderar la subsecretaría de Educación Parvularia, que es una de las tres subsecretarías dependientes del Ministerio de Educación. Se trata de un órgano rector, que le corresponde articular los servicios y también dar orientaciones técnicas respecto a los procesos educativos de ese nivel.
Durante este periodo, mi trabajo se ha orientado a la reactivación educativa y al accionar procesos para que las cosas finalmente ocurran. Sin perder de vista la aspiración de avanzar en transformaciones más sustantivas y a largo plazo, teniendo en cuenta contexto social al que nos enfrentamos tras la pandemia, que no es muy distinto a lo que pasó en el Uruguay y en otras latitudes porque, en el fondo, asumí en el período de retorno a la presencialidad.
Creo que todavía nos falta perspectiva para entender lo que nos pasó con la pandemia, pero, sin duda, ha incidido en el sistema educativo en su conjunto y ha tenido harto impacto en los niños, en las niñas y en sus familias. Por ejemplo, en Chile seguimos teniendo muchos desafíos en términos de la asistencia regular a la escuela y al jardín.
Ha sido una experiencia muy desafiante, muy interesante, muy bonita, que me ha permitido conectarme, con mucha más presencia, en distintos espacios sociales donde hay niños y niñas.
Sos Educadora de Párvulos, egresada de la Pontificia Universidad Católica de Chile, y Magíster en Educación por la Universidad Academia de Humanismo Cristiano de Chile. ¿Por qué decidiste continuar tu formación doctoral en Uruguay y, particularmente, en ORT?
Yo partí como educadora de párvulos: me tocó liderar equipos y también estar a cargo de distintos niveles y grupos de niñas y niños. Pero, paralelamente, siempre fui trabajando en el sistema educativo y en la universidad. Seguí estudiando y, de a poco, me fui quedando más definitivamente en la universidad, haciendo docencia e investigación, y encargada de la gestión universitaria.
Mi trayectoria académica tuvo siempre una mirada que capitalizaba la dimensión experiencial. Yo era una educadora que, desde ese lugar, formaba profesores. Cuando empecé a dedicarme más directamente al tema de la investigación, tuve muy claro que lo que me interesaba realmente era la realidad del sistema educativo, en un sentido muy específico: lo que sucedía a nivel micro, en las aulas y en las interacciones.
Yo contaba con experiencia en investigación, pero en el hacer. No tenía un doctorado y me surgió la inquietud de realizar un postgrado para formalizar y documentar ese trabajo que venía desarrollando hace 20 años. En ese escenario, llegó a mis oídos que la Dra. Denise Vaillant estaba armando un Doctorado en Educación en Uruguay. En Chile, al igual que en muchos lugares, es una eminencia. Es una persona que ha sido una referente, en términos de lo que escribe, de lo que comunica y de su manera de enfocar la formación y la profesión docente. Y me gustó mucho el Doctorado en Educación que ella proponía.
Era un programa para gente muy diversa, y con el reconocimiento de la experiencia y de la trayectoria de los participantes. En ese momento, había hecho el análisis de si estudiar en Chile. Si bien acá había programas muy buenos, no había ninguno que a mí me interesara respecto de esta mirada.
En esa primera generación que integré, todos veníamos con desarrollos académicos y profesionales muy distintos, pero todos con mucha experiencia. Por tanto, era un espacio en el que se generaba otro tipo de discusión. Se validaba mucho poner sobre la mesa la experiencia para poder, efectivamente, analizarla y mirarla desde parámetros epistemológicos. Y esa mirada desde la epistemología del sur, como uno podría decir ―con una mirada situada del conocimiento y más comprensiva de los procesos educativos―, me gustó mucho.
Especialmente, ¿qué aprendizajes o herramientas obtuviste durante el Doctorado, que crees que te sirven o te ayudan a potenciar tu trabajo en la actualidad?
Desde la perspectiva personal y profesional, ha sido muy enriquecedor. Para mí, fue un aprendizaje muy grande. En mi cohorte había uruguayos, pero también estudiantes de otros países y eso fue enriquecedor. Establecimos una relación muy cercana y, hasta el día de hoy, yo tengo amigos entrañables del Doctorado.
Creo que también fue importante el cuerpo docente. Esto que logra hacer Denise, de convocar a un grupo académico tan diverso, pero tan potente a la vez. Por ejemplo, yo tuve clases con la Dra. Beatrice Ávalos, que es una profesora chilena muy connotada en el mundo, y en mi país nunca había tenido esa oportunidad. Había mucha gente muy distinta y muy comprometida con el trabajo, que nos permitía abordar temáticas desde distintas ópticas, desde la discusión que se generaba y la experiencia que ellos también transmitían. Docentes muy connotados, pero también humanamente muy dignos de admirar.
Destaco mucho la perspectiva dialógica, analítica y mucho más reflexiva de los procesos educativos, en un contexto de mucha diversidad. Todos llevábamos nuestros problemas de investigación a las clases, entonces se iba armando una conversación desde perspectivas, enfoques y contextos distintos, lo que fue muy valorable.
Recuerdo que todos mis compañeros pudieron hacer estudios interesantes y diferentes. Inicialmente, yo traía la idea de hacer un estudio únicamente cualitativo. Y conocí a la Dra. Celia Rosemberg, quien fue mi directora de tesis, y me hizo ampliar la perspectiva. Terminé haciendo un estudio muy robusto, con un enfoque mixto, lo que me implicó aprender muchas cosas.
Por ejemplo, tuve que implementar un programa computacional, que me permitió gestionar los datos. Yo iba con una mirada, una propuesta y una expectativa, y la pude ampliar a propósito de conocer su trabajo y aprender de ella. El diálogo que se genera y la experiencia que cada uno puede capitalizar del postgrado, es algo sumamente valorable.
Mi principal reflexión es que aprendí un montón, en una etapa en la vida en que uno cree que ya sabe todo ―o mucho―.
Durante la defensa doctoral dijiste que la transferencia de resultados era algo que era realmente importante para ti y cómo el conocimiento generado se puede transformar en un dispositivo de formación. Ya a dos años de esa defensa, ¿seguiste investigando sobre este tema? ¿Has podido trasladar las evidencias y algunos de los resultados de tu investigación, en las políticas que te encuentras desarrollando?
La verdad es que tengo dos publicaciones a medio terminar, porque mi vida cambió. Pero están bien encaminadas y espero poder terminarlas prontamente. Escribimos un capítulo con Celia Rosemberg, en un libro realizado por la Fundación Oportunidad, que se titula ¿Cómo enseñar a enseñar lenguaje? Prácticas esenciales para la formación inicial de educadoras de párvulos.
Por deformación profesional, yo soy una profesora y una educadora, entonces siempre el producto de la tesis lo transformo en un curso. Con los hallazgos de mi doctorado hice un curso, que todavía no tiene nombre, pero que refiere al marco conceptual asociado a las preguntas, a los tipos de pregunta, al estilo interrogatorio y al valor que tiene la pregunta como una herramienta didáctica o pedagógica. Eso lo he usado un montón para hacer talleres y, sobre todo, para trabajar en la formación continua de educadores. Si bien ahora eso lo tengo un poco suspendido, por supuesto que lo voy a retomar cuando termine con este rol.
Lo que yo hago actualmente es diseñar y orientar la implementación de políticas educativas sobre primera infancia. Entonces, el estudio me sirvió mucho para mirar los procesos y las interacciones educativas en educación parvularia. Hoy en día estoy muy abocada en utilizar esos hallazgos en todo lo que estamos trabajando sobre las trayectorias educativas y sobre la articulación entre educación parvularia y educación básica, que aquí es un problema muy transversal.
Tengo muchas ganas de poder hacer algo con el Uruguay. También es una ventaja que uno adquiere al hacer un doctorado en el extranjero, que es la posibilidad de conocer sistemas educativos distintos. Entiendo que ustedes están en la etapa de construir y fortalecer mucho más el tema de la educación parvularia. Y yo creo que ahí tengo un interés y un desafío que, en algún momento, espero poder concretar, que tiene que ver con poder colaborar en compartir mucho más la experiencia de mi país.