“Cambian las autoridades, cambian algunos funcionarios, cambian algunas normas, cambian los partidos políticos en el gobierno, pero hay cosas que parecen no cambiar: la prioridad, habitualmente, no son los chiquilines”, sentenció Andrea Tejera, coordinadora académica del Master en Gestión Educativa.
“Huérfanos”, “infractores”, “menores”, “sujetos”, “sujetos de derechos”, “NNA”. “Cambian las formas en que los nombramos, pero eso no hace que los protejamos mejor”, añadió durante la defensa de su tesis doctoral –que tuvo lugar de forma online, en noviembre de 2020– y en la que se convirtió en Doctora en Educación por la Universidad Nacional de Entre Ríos.
A su juicio, sobre estos temas, “parece no haber memoria”: “Es una noria: todo se olvida y se empieza de nuevo para terminar, más o menos, en el mismo lugar”.
El punto de partida
La preocupación a partir de la cual comienza la investigación de Tejera –que se tituló Instituciones de protección a la infancia ¿Quién protege a quién? Estudio de caso del Instituto del Niño y Adolescente en Uruguay en el período 2005-2015– tiene que ver con las instituciones.
Pero hace foco en una en particular: el Instituto del Niño y Adolescente del Uruguay (INAU), una institución socioeducativa o de protección de derechos de los niños, niñas y adolescentes –en particular, de aquellos que se encuentran momentáneamente privados del cuidado parental–.
Su trabajo buscó investigar la matriz de pensamientos, sentimientos y acciones como representación del mundo, así como las instituciones y el quehacer del INAU, durante el período comprendido entre 2005 y 2015.
Asimismo, Tejera optó por estructurar la tesis como un caso: procuró identificar las particularidades y buscar las explicaciones en los propios actores. Para ello, realizó entrevistas, analizó documentos, memorias institucionales, planificaciones quinquenales, normativas del periodo seleccionado, actas parlamentarias de las rendiciones de cuenta y los llamados a sala de los integrantes del directorio.
Cambio versus conservadurismo
“Se cambian los nombres de las estructuras institucionales o denominaciones de proceso, pero hay una inercia conservadora que hace que las actividades que se desarrollen y que se den a conocer sean las mismas”, afirmó Tejera.
En la institución estudiada, encontró una “cultura burocrática tradicional”. Y, de acuerdo a lo que expresó durante su defensa doctoral, hay una lógica de inamovilidad, así como diversos problemas que se perpetúan: “La institución realiza una serie de operaciones que atan, trancan, inmovilizan”.
A pesar de que las organizaciones modernas tienen un discurso a favor de la cooperación, en la práctica, explicó, su propia estructura lo impide. El aislamiento de las personas, los departamentos fragmentados y sin conexión, el cortoplacismo en la toma de decisiones y la información compartimentada, son algunos de los factores que lo sostienen.
Asimismo, como se considera que los conflictos son negativos, “las estrategias elegidas fortalecen el no cambio”: “Son un freno al establecimiento de lo nuevo”.
Para que las instituciones socioeducativas habiliten y sostengan procesos de subjetivación o de individuación, se hace necesario contar con políticas y herramientas que permitan la toma de decisiones y el análisis de las circunstancias
“Seguimos sin asistir a discusiones de fondo sobre las necesidades, intereses y posibles proyectos colectivos. Los problemas detectados siguen presentes, pero no en las mismas condiciones”, alertó Tejera.
Por ejemplo, destacó que el estatuto vigente sigue siendo el que previó la ley de creación del Instituto Nacional del Menor (INAME) –ex INAU–, aunque puntualizó que hay una propuesta de un nuevo estatuto, que pretende ser impulsado por el nuevo directorio.
El plan estratégico actual, según comentó, pone el foco en el fortalecimiento de los proyectos comunitarios y familiares. También en la idea de que “hay cosas que hay que dejar de hacer”.
“El tiempo dirá si estas iniciativas terminan instituyendo nuevas formas de trabajo y de acción. De todas formas, mientras este tipo de instituciones estén organizadas por la lógica general de la administración pública, existe poco espacio para su transformación”, reflexionó la coordinadora del Master en Gestión Educativa.
El faro hacia donde ir
Pensar otras formas de habitar las instituciones públicas destinadas a la protección de los niños, de las niñas y de los adolescentes, es uno de los temas que se debería trabajar, según Tejera: “Se trata de una coconstrucción y una codeconstrucción, en modo rizomático”.
“La institución estudiada parece tener una dificultad para abordar la integralidad del niño en su contexto familiar y comunitario”, sentenció. Por esa razón, recalcó la importancia de desarrollar vínculos de confianza, priorizar el ámbito local y recurrir a entornos más humanizantes, de corte familiar y comunitario.
Es que, en sus palabras, un Estado centralista tiende a “homogeneizar” y, por ello, a “establecer normativas de carácter general”. Priorizar el ámbito local, por tanto, implica otorgar la posibilidad de una “intervención de mayor cercanía y de participación real”.
“Hay procesos institucionales que necesitan gradualidad”, aseguró Tejera, quien añadió que “los tiempos no dan” y “las urgencias no permiten avanzar”. Por eso, en su opinión, es fundamental impulsar un “concepto de tiempo más asociado al largo plazo” y centrado en lo humano.
No se trata de un menor, de un alumno, de un sujeto de derecho, o de un NNA. No se trata de un funcionario, de un jerarca, de un administrativo, o de un educador. Se trata de personas diferentes, y en el reconocimiento y respeto de esa diferencia está la clave
Convertirse en Doctora a través de la pantalla
“Se ve realmente el esfuerzo por querer saber, por intentar comprender, abriendo interrogantes súper fecundas, así como nuevas líneas de investigación”, destacó la Dra. María Ana Monzani –directora del Programa “Casas de Niños, Niñas y Adolescentes” del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires y una de las integrantes del jurado–. Según puntualizó, la tesis da cuenta de un trabajo “muy profundo y sólido conceptualmente” y se trata de un “genuino aporte para pensar y, sobre todo, para ver qué hay que desaprender”.
“Me emocionó escucharte”, sentenció la Dra. Gladis Martínez –directora de la Especialización en Políticas Públicas de Niñez, Adolescencia y Familia de la Universidad Nacional de Entre Ríos y otra de las integrantes del jurado–, quien resaltó que la exposición de Tejera “superó ampliamente” el modo de presentar el tema en la tesis. “El recorrido ha sido muy interesante, muy fundamentado; puede ser el camino para un libro”, manifestó.
Por su parte, el Dr. Jorge Berlaffa –jefe del Departamento de Medicina Interna en Nuevo Hospital “San Antonio de Padua” y presidente del jurado– valoró el compromiso del trabajo: “A diferencia de otras tesis, que dan la sensación como de ajenidad de la vida del tesista, se nota que esto forma parte de tu vida profesional e institucional”. “Se presentan propuestas muy interesantes para poder responder, desde nuevos paradigmas, a viejos problemas sobre las infancias y las adolescencias”, agregó.
“Ha sido una enorme satisfacción ver el esfuerzo de Andrea por tratar de no quedar atrapada, pese a la buena voluntad, en ese entramado que estudió, que es absolutamente rígido”, destacó el Dr. Alejandro Cerletti –docente e investigador del Instituto del Desarrollo Humano de la Universidad Nacional de General Sarmiento y de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires–. “Estoy muy contento por el resultado que se obtuvo”, complementó el director de tesis de Tejera, quien fue testigo del todo el proceso.
La organización y el uso del tiempo durante la defensa oral, la claridad discursiva, el lenguaje apropiado, la síntesis de los aspectos más relevantes del trabajo, fueron solo algunos de los elementos que el jurado destacó en su dictamen.
“La tesis da cuenta de un análisis situado, inscripto en su biografía profesional, lo que constituye un genuino y original aporte para el estudio de las institucionalidades públicas y para el campo de las infancias y adolescencias”, concluyeron los miembros del tribunal, quienes le otorgaron a Tejera una calificación de sobresaliente.