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Axel Rivas: “Tenemos más deudas sociales y educativas que antes de la pandemia”

30/03/2022
El Dr. Axel Rivas —docente, investigador y director de la Escuela de Educación de la Universidad de San Andrés (Argentina)— reflexionó sobre el impacto del COVID-19 en la educación regional y enumeró algunas lecciones aprendidas para potenciar el desarrollo de los estudiantes.

*Foto: Universidad de San Andrés

¿Creés que la situación sanitaria fue una oportunidad para modernizar la educación? ¿O seguimos con los mismos desafíos y problemáticas que teníamos antes de la pandemia?

Creo que los desafíos se ensancharon en la región. Tenemos más deudas sociales y educativas que antes, por el aumento de las desigualdades que provocó la pandemia y por el enorme impacto que tuvo —y que va a seguir teniendo— sobre los aprendizajes, el desarrollo de las habilidades socioemocionales, y la interacción de niños, niñas y jóvenes.

Ha sido realmente devastador y todavía nos queda mucho tiempo por entender la dimensión de lo que ha generado. Por lo tanto, eso obliga a redoblar los esfuerzos y a repensar las estrategias. No sirven las viejas herramientas y es necesario pensar en transformaciones viables para nuestros sistemas educativos.

Luego de dos años de COVID-19, ¿cuáles son las lecciones aprendidas? ¿Qué de todo lo implementado y aprendido podemos seguir trasladando a las aulas, en el futuro?

La pandemia abrió oportunidades. Porque, de manera global y abrupta, provocó una necesaria y obligatoria reorganización de todas las esferas de la educación. Para un sistema que tiene dificultades para cambiar, los ha generado de forma obligatoria. Y lo más importante, muchos de esos cambios tienen el potencial de seguir en el tiempo y expandirse.

Es posible destacar el desarrollo de la tecnología y el contacto que tuvo gran parte de la comunidad docente con nuevas estrategias y herramientas tecnológicas. La situación sanitaria, además, incentivó cambios en la didáctica y en la enseñanza. Se implementaron otras maneras de agrupar a los alumnos y de seguir las trayectorias a distancia.

Han sido muchas dimensiones. Impulsó una nueva forma de pensar los formatos de evaluación, la promoción de los estudiantes, así como los tiempos y los espacios en las escuelas. También la importancia de trabajar por proyectos, la planificación didáctica, el aprendizaje entre pares y el trabajo colaborativo entre docentes.

Todas esas semillas están para ser regadas y para ser transformadas en prácticas más estables, en tiempos más normales y con buenas políticas públicas, de conducción en las escuelas, para que tengan más fuerza, más apoyo y más potencia.

Pensando en los estudiantes que vivieron el cierre de las instituciones educativas y esa enseñanza remota de emergencia, en 20 años, ¿qué elementos distintivos y positivos creés que tendrán, en relación a otras generaciones?  

Desde ya que todo cambio genera otra forma de aprender. No creo que en este caso haya sido positivo, porque ha sido mucho el padecimiento. Quizás lo que han aprendido es a valorar más la escuela y la interacción con sus compañeros, con sus compañeras y con los docentes.

Pero también me parece que hay una enseñanza —que espero que pueda servir—, que es la del aprendizaje en el hogar como una forma de aprendizaje autónomo. Es algo que la pandemia nos permitió explorar y que creo que va a ser importante continuar en el futuro. En particular, el seguir desarrollando habilidades para el estudio y para el aprendizaje con autonomía, fuera del horario escolar y fuera de la clase.

Pensar una clase expandida en el hogar, pero no a partir de los deberes o de actividades rutinizadas, sino a través de invitaciones, de recomendar lecturas, sitios de internet, videojuegos educativos o ejercicios que puedan ser retomadas por los alumnos con autonomía. Que puedan ver que son capaces de aprender solos y solas, y que no todo depende de tener un docente delante, todo el tiempo.

Es importante desescolarizar el aprendizaje, en el buen sentido de la palabra. Y, al mismo tiempo, valorizar que la escuela es irremplazable. La construcción social que implica aprender en un cierto horario, a un cierto ritmo, y con un cierto grupo de pares, es algo muy potente, que no tenemos que perder.

¿Qué aspectos creés que los docentes tendrían que prestar atención hoy, para poder mitigar los aspectos negativos de la educación en pandemia?

Hay varios aspectos que hay que tratar de potenciar, para mitigar los efectos que ha tenido y que seguirá teniendo este tiempo tan excepcional que hemos vivido —que todavía no ha terminado del todo—.

Para los docentes es muy importante tener un contacto muy humano con sus estudiantes. Tienen que impulsar los lazos emocionales, en el sentido de saber que el aprendizaje depende del estado de cada uno de sus alumnos y de cómo se sienten y de cómo van a la escuela. Es crucial poder conectar desde ese lugar, con su historia de vida, con su trayectoria particular.

Y adecuar también el ambiente de enseñanza a un clima donde todos se sientan escuchados, valorizados, donde haya un respeto mutuo por la palabra y por los silencios del otro. Ese clima de cuidado, de confiar en las capacidades de cada alumno, y de generación de oportunidades de aprendizaje, es el paso inicial.

En términos de la enseñanza, se hace necesario generar estrategias que puedan albergar esa diversidad, que permitan potenciar el aprendizaje mutuo, colaborativo y autónomo. Y fomentar, sobre todo, el deseo a aprender cosas nuevas, el valor social de que los estudiantes generen preguntas, dilemas, dudas y deseos de buscar nuevos conocimientos, que es lo que tiene más potencia cuando trabajamos en el aula.

Durante el primer semestre del 2022, el Dr. Axel Rivas fue uno de los docentes del Seminario Doctoral 2 del Doctorado en Educación de la Universidad ORT Uruguay.

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