Desde hace 10 años, Heguy integra el equipo de dirección del Liceo Francés Jules Supervielle, institución a la que ingresó en el año 2005, como maestra.
¿La situación sanitaria fue una oportunidad para modernizar la educación? ¿O seguimos con los mismos desafíos y problemáticas que teníamos antes de la pandemia?
Los cambios educativos son lentos pero, en esta ocasión, no hubo otra alternativa que intentar adecuarse lo más pronto posible a lo que estábamos viviendo. En la urgencia, entre el acierto y el error, las instituciones educativas aprendieron, transformaron y construyeron para hacer frente a las distintas situaciones que impuso la pandemia de COVID-19.
La situación sanitaria generó la necesidad de replantear estrategias y metodologías de enseñanza, al tiempo que aumentó la dependencia respecto a las tecnologías y a los recursos digitales.
Surgieron otros desafíos y problemáticas, tanto en lo social como en lo educativo, que demostraron las fortalezas y las debilidades de los sistemas educativos.
Sin duda, la situación generada por la pandemia fue un empujón muy importante para la implementación de prácticas innovadoras en distintos entornos de aprendizaje, en los cuales se exploraron nuevas maneras de enseñar, de aprender y de relacionarse.
De regreso a la presencialidad, el desafío es rescatar, combinar y lograr mantener en el tiempo aquellas prácticas que tienen el potencial para impactar, de manera positiva, en los aprendizajes de los estudiantes.
Luego de dos años de COVID-19, ¿cuáles son las lecciones aprendidas? ¿Qué de todo lo implementado y aprendido podemos seguir trasladando a las aulas, en el futuro?
Después de dos años con períodos sin clases presenciales, las lecciones aprendidas son diversas. Las tecnologías digitales brindaron muchas posibilidades en cuanto a la enseñanza, los aprendizajes, el acompañamiento a los estudiantes y la comunicación. Permitieron la implementación de actividades o prácticas hasta el momento poco exploradas, pero que demostraron ser eficaces —y que pueden o deberían mantenerse combinadas e integradas al trabajo en las aulas—.
Sin embargo, para los niños más pequeños, la presencialidad es irremplazable. Las tecnologías digitales permitieron mantener el contacto, cuidar el vínculo e, incluso, generar algunos aprendizajes, pero no pudieron remplazar lo esencial del encuentro con los demás, de las experiencias compartidas, fundamentalmente en lo que respecta al desarrollo de las habilidades socioemocionales.
Evidenciamos la importancia de la formación docente y del desarrollo profesional continuo, con programas que alienten a la innovación y que contemplen las habilidades requeridas para enseñar en esta era. En ese sentido, las competencias digitales de los docentes fueron un elemento clave a la hora de enseñar y planificar las actividades durante la enseñanza a distancia.
Asimismo, es posible reconocer lo valioso del trabajo colaborativo entre docentes, pero también entre alumnos. La importancia del cuidado de lo emocional, del acompañamiento y del aprendizaje colectivo. El trabajo en redes, el liderazgo distribuido dentro de las instituciones y el liderazgo de los docentes dentro de sus propios grupos. Todo eso positivo que se potenció durante la emergencia sanitaria debemos seguir manteniéndolo y cuidándolo.
¿Y qué sería importante, definitivamente, dejar de hacer en las clases?
Más que pensar o hablar de lo que se debería dejar de hacer en las clases, considero más constructivo y oportuno pensar y proyectarnos hacia adelante, en lo que sí tenemos que implementar y llevar a cabo para continuar mejorando y adecuando los aprendizajes de los estudiantes.
En los tiempos actuales, con un incremento constante de la información disponible, el aprendizaje a lo largo de toda la vida y la capacidad de aprender a aprender son cada vez más importantes. Es imprescindible el aprendizaje activo, sobre problemas y situaciones reales. En especial, a través de proyectos que motiven a los estudiantes, que estimulen la colaboración en la búsqueda de alternativas, y que generen conocimientos, actitudes y habilidades.
Es clave priorizar un enfoque por competencias que tenga en cuenta la importancia de la transdisciplinariedad, que atienda la diversidad de los estudiantes en un sentido amplio, considerando que no todos aprenden de la misma manera ni al mismo ritmo.
Pensando en los estudiantes, que vivieron el cierre de las instituciones educativas y esa enseñanza remota de emergencia, en 20 años, ¿qué elementos distintivos y positivos creés que tendrán, en relación a otras generaciones?
De toda experiencia, buena o mala, podemos rescatar una enseñanza, algo aprendido… Las generaciones actuales de estudiantes vivieron el cierre de las instituciones educativas y la experiencia de la enseñanza a distancia implementada de emergencia.
De manera general, y dependiendo de las edades, demostraron una gran capacidad de adaptación a las nuevas situaciones que se les iban presentando. Incluso lo más pequeños, aprendieron a alternar los tiempos de trabajo en autonomía, en casa, con instancias virtuales de actividades con los docentes y demás compañeros.
Esa capacidad de adaptarse rápidamente a los cambios, fue lo que nos permitió seguir avanzando a pesar de la distancia social. A un ritmo diferente, es cierto, pero encontramos la manera de seguir adelante a pesar de las adversidades.
Ese es uno de los principales elementos distintivos y uno de los grandes aprendizajes que debemos promover en nuestros estudiantes. Prepararlos para un futuro que puede ser muy distinto a lo que hoy podemos imaginar. Prepararlos para que estén preparados. Educar para el cambio y las transformaciones constantes.
¿Habrá conocimientos o habilidades que los estudiantes no hayan desarrollado como consecuencia de la pandemia, del cierre de las instituciones y de la falta de presencialidad?
Prefiero creer que no, porque en eso va nuestra responsabilidad y nuestra voluntad como educadores y como sociedad.
Si bien los períodos de cierre de nuestras instituciones escolares fueron relativamente cortos en comparación con otros países, durante la enseñanza a distancia hubo que priorizar, adaptar, tomar decisiones y trabajar a partir de lo que era posible.
En este momento de vuelta a la presencialidad y a la luz de las evidencias en cuanto a los logros de los estudiantes, debemos seguir reflexionando sobre las prácticas y evaluar si lo que estamos proponiendo es lo adecuado luego de dos años con períodos de enseñanza a distancia.
De aquí la importancia de trabajar por ciclos, de impulsar las coordinaciones entre niveles, de ver qué quedó pendiente para poder retomarlo, así como el trabajo colectivo con responsabilidades compartidas y la flexibilidad de acuerdo a las necesidades y a las circunstancias.
¿Qué aspectos crees que los maestros y docentes tendrían que prestar atención hoy, para poder manejar las consecuencias que provocó la educación en pandemia?
No todos los estudiantes vivieron la pandemia de la misma manera ni atravesaron las mismas situaciones en lo educativo, en lo social o en lo emocional. De un hogar a otro, las realidades fueron muy diversas.
Atender a lo emocional y a las trayectorias personales de aprendizaje, son dos aspectos esenciales que todos los educadores debemos priorizar. Aunque las propuestas pedagógicas sean muy atractivas, si no hay una sólida contención emocional y un acompañamiento personalizado de acuerdo a las necesidades y características de cada uno, difícilmente los estudiantes puedan construir aprendizajes de calidad y desarrollarse de manera plena.
Asimismo, después de estos dos años tan particulares, se impone la necesidad de poner en práctica, por parte de maestros y docentes, una diferenciación pedagógica que contemple los intereses y las motivaciones de los estudiantes, respetuosa de sus tiempos, ritmos, conocimientos y habilidades.
Seamos positivos, optimistas y resilientes en nuestras posturas y tareas como docentes y educadores.