“¿Las organizaciones educativas hacen todo lo que podrían hacer? ¿Tienen responsabilidades en cómo funciona la sociedad? ¿Es realmente posible conseguir una educación para todos?”, fueron algunas de las preguntas que el Dr. Joaquín Gairín desarrolló.
En la conferencia “El reto de las organizaciones educativas actuales: promover e impulsar la atención a los grupos vulnerables” se propuso sistematizar las reflexiones acerca de las organizaciones en la justicia social.
El evento se realizó el martes 25 de julio de 2017, en el auditorio del Campus Centro. Fue organizado por el Instituto de Educación de la Universidad ORT Uruguay.
El papel de las organizaciones educativas
A pesar de que las organizaciones tienen muchos desafíos, para Gairín, el más significativo –y del que se habla poco– es el de “promover la justicia social, a través de las maneras en que trabajan”.
“Mejorar la sociedad pasa por mejorar las organizaciones”, afirmó. La razón está en que si se hacen organizaciones más justas y equitativas, “es una forma de avanzar en la mejora social”.
Explicó que está la idea de que aquellos que tienen más poder y dinero deberían dedicar más inteligencia y recursos a lograr un equilibrio social. “Esto que, en teoría, parece lógico y sensato, no se utiliza en la práctica”, dijo, ya que a menudo “los que tienen mucho quieren tener más” y las diferencias sociales aumentan.
Por ello, recalcó que es fundamental pensar en otras estrategias.
La importancia de luchar contra la desigualdad
“Hay datos que reiteradamente nos dicen que las desigualdades se mantienen y se incrementan”, detalló Gairín.
De acuerdo a lo que expresó, “el problema no es que las haya”, sino que se generen procesos de discriminación, marginación y exclusión, que destruyan la sociedad.
Para incidir en los grupos vulnerables subrayó que, desde las organizaciones, es clave realizar un diagnóstico y una planificación. Al mismo tiempo, contar con un esquema de acción, sistematizar la intervención, evaluar e institucionalizar las experiencias que hayan funcionado.
Además, recomendó promover una cultura sensible a las desigualdades, que incentive una actitud positiva. Debe estar basada en la idea de que las diferencias pueden ser vistas como una riqueza. “El profesorado es el elemento más significativo porque es el modelo de referencia para muchos estudiantes e instituciones”, complementó.
Educación para todos
“La educación ha de ser un servicio público para todos pero, ¿lo podremos alcanzar alguna vez?, cuestionó el docente. Lograr que todos vayan a la escuela –y que los que van, no abandonen– sigue siendo un desafío del presente, independientemente del contexto.
De todas formas, en sus palabras, “el gran reto ya no es la cantidad y la escolarización”, sino una educación de calidad y equitativa, que promueva la excelencia. En otras palabras, aquella que permite que los estudiantes alcancen “el máximo de sus posibilidades”.
El gran problema que nota es que se requieren recursos y, a pesar de que los países hablan con más frecuencia de la calidad y de una educación para todos, “los presupuestos han bajado”.
Entonces, ¿es posible? Gairín hoy lo ve como algo utópico, pero preguntó: “¿la educación no es la búsqueda de la utopía?”. “Quizás, lo que pretendíamos hacer en 20 años, se consigue en 100”, destacó y agregó que piensa que “la evolución será en positivo, pero más lenta”.
“Hay que luchar por la utopía”, concluyó.