El Mag. Rodrigo Ayarza participó en el Foro Mundial sobre las Violencias Urbanas y Educación para la Convivencia y la Paz y fue el único técnico uruguayo en el evento.
En particular, coordinó el taller “Estrategias de transformación no violentas", en el cual presentó una síntesis de investigaciones, desarrolladas en Uruguay, para desaprender la violencia –especialmente en el ámbito educativo–.
En ese marco, en entrevista con Ayarza, habló sobre su experiencia en el foro, de la importancia de educar para una cultura de paz, así como de la situación del país en cuanto a violencia y resolución de conflictos.
¿Cuáles fueron las ideas más importantes que presentaste en el taller?
La idea fuerza fue la de compartir estrategias no violentas, de modo que las partes involucradas puedan dar respuestas a sus problemáticas. Para lograrlo, es clave que un número importante de docentes enseñen a intervenir en los conflictos a las generaciones más jóvenes.
También abordé la importancia del trabajo conjunto de los estudiantes. Es esencial querer aprender con el otro y definir alternativas al conflicto con el que se tiene la discrepancia. Este es un concepto fundamental para construir respuestas transformadoras.
Durante el debate final surgió la idea de intercambiar criterios entre las universidades e incluir un enfoque de educación para la paz. Ello permitiría, en un futuro, pensar en políticas educativas que incorporen la no violencia y la cultura de paz.
¿Cuáles son las problemáticas más relevantes a nivel mundial y qué desarrollos e iniciativas hay al respecto?
Existe un mundo extremadamente poblado, con escasez de recursos y con una población que inmigra a las grandes ciudades. A esto se le suma los problemas de violencia urbana, de género, la falta de empleo y el terrorismo. De estos temas surgen infinidades de análisis, controversias e incertidumbres.
Por ejemplo, en cuanto a la violencia en las ciudades, los intercambios en el foro se focalizaron en los proyectos para prevenir dicha violencia y en los esfuerzos que se requieren para conseguirlo.
Destaco como interesante que líderes mundiales de diversos países se reunieron, junto a diversos técnicos, a intercambiar ideas para buscar alternativas a la violencia en las ciudades. Se puso el tema en la agenda y se comenzó a mover el motor en la búsqueda de soluciones a estas problemáticas, que no es algo menor. Muestra de ello es la declaración final redactada.
¿Cómo ves a Uruguay en cuanto a la violencia urbana y la educación para la convivencia y la paz?
Si bien se hacen esfuerzos por abordar diversos temas vinculados a la violencia, hay respuestas que no son las adecuadas. Se busca un resultado inmediato, hay presiones por querer demostrar que se actúa en forma correcta y no se proponen procesos a mediano plazo –que habiliten a pensar en respuestas relacionadas, por ejemplo, a la prevención–.
Otra dificultad refiere al tema del tiempo. Se suelen identificar los conflictos violentos a partir de emergentes y se intentan dar respuestas cuando la confianza de las partes está debilitada. Es así que se promueven soluciones vinculadas a definir a un culpable y en proporcionar, en forma inmediata, un castigo. De esa manera, se descree en soluciones reconciliadoras.
¿Cómo se educa para una cultura de paz?
La educación para la paz, en nuestro país, debe cambiar las creencias. Por ejemplo, aquellas que buscan imponer una verdad o razón por la fuerza. Es importante empezar a pensar que es posible buscar alternativas al conflicto en forma dialogada.
Al mismo tiempo, hay que comenzar a promover una educación para la paz desde las escuelas hasta las universidades. También en los medios de comunicación. En otras palabras, significa enseñar a hacer frente –de manera más creativa y menos violenta– a las situaciones de conflicto.