Buenas tardes a todos. Autoridades de la Universidad ORT Uruguay, del Instituto de Educación, profesores, familiares, amigos y compañeros de recorrido. En primer lugar, gracias por estar hoy aquí, acompañándonos en esta instancia que da cierre a otra etapa de formación en nuestra vida profesional y nos abre nuevos desafíos. Una etapa de la cual todos los aquí presentes han sido, de una u otra forma, parte y testigos.
Me siento honrada y agradecida por esta oportunidad de compartir con ustedes unas palabras en representación de mis compañeros. Para ser fiel a ellos y al trabajo colaborativo que marcó nuestro pasaje por el Master, este discurso lo construí con algunos de sus aportes y palabras acerca de lo que ha significado la experiencia para cada uno.
Provenientes todos del ámbito educativo, con mis compañeros de Master nos une la pasión por lo que hacemos, la vocación por participar en la formación de ciudadanos de nuestro país y del mundo, y la aspiración constante a una educación de calidad.
En 2013, el deseo de superación, de crecimiento y de formación permanente nos reunió para profundizar sobre esa compleja tarea de "hacer que las cosas sucedan", como define Blejmar a la gestión. Desafiados por distintas realidades educativas, nos movía la inquietud por hacer, por mejorar, por resolver problemas y, sobre todo, por impulsar cambios.
Llegamos en busca de nuevas lupas con las que mirar y analizar nuestros contextos educativos. En busca de nuevas herramientas para poner manos a la obra de una manera efectiva, para impulsar cambios que nos acercaran cada vez más a la calidad educativa. Y así fue que comenzamos el recorrido juntos.
Si tuviera que elegir una imagen para representar lo que ha significado el proceso de formación en el Master en Gestión Educativa, sería sin lugar a dudas la imagen de una espiral. Cada uno de nosotros se embarcó con su historia personal y profesional en este recorrido que se caracterizó por idas y vueltas, que supusieron revisitar conceptos, conocimientos y experiencias previas para observarlos desde otros ángulos.
También significó descubrir nuevas miradas y nuevas estrategias. Fue un camino marcado, al decir de Brousseau, por sucesivas aproximaciones a nuestro objeto de estudio, que dibujaron un espiral ascendente en base a descubrimientos, cuestionamientos, reflexiones e intercambios. Como lo sintetizó una de nuestras compañeras: "Significó un desafío académico, personal y profesional que me abrió nuevos horizontes".
Fue un recorrido demandante y desafiante que, como todo proceso educativo, no estuvo exento de sacrificios y renuncias (compañeros que venían del interior del país, bebés en camino o recién nacidos, coyunturas familiares especiales, entre otros). Sin embargo, estos esfuerzos se vieron recompensados por una "profunda gratificación" ante los frutos de un "camino de gran aprendizaje y crecimiento profesional", como lo caracterizó otro de nuestros compañeros.
Un pilar fundamental en dicho camino fue el trabajo colaborativo. Los intercambios de materiales y visiones, las palabras de apoyo y aliento, fueron claves para potenciar nuestras posibilidades y demostrar que el todo es más que la suma de sus partes y que aprender con otros y de otros amplía nuestro potencial.
Otro pilar fueron los profesores y tutores, que oficiaron de guía durante el proceso, orientando, inspirando, cuestionando, provocando… Como dijo una de nuestras compañeras, "generando preguntas que van más allá de la Memoria Final, que son las que intento responder leyendo, escuchando, aprendiendo y ensayando posibles respuestas al gestionar día a día una institución educativa".
Hoy se cierra formalmente esta etapa de formación y desarrollo profesional y se nos abre una invitación. La invitación a "hacer que las cosas sucedan", a impulsar cambios, a poner manos a la obra para acercarnos cada vez más a la calidad educativa en cada uno de nuestros lugares de trabajo; a continuar resolviendo problemas y conflictos con la convicción de que son parte inherente de la realidad institucional, que nos desafía a intervenir orientando siempre "hacia dónde ir" y "cómo ir".
A esta invitación a "hacer" se le suma otra: la de convocar, inspirar, contagiar, sensibilizar, porque sabemos que hoy no alcanza con gestionar sino que tenemos que liderar. A responder a estas invitaciones nos lanzamos formalmente hoy.
Para terminar, quisiera agradecer a todos los que formaron parte de esa red de vínculos, que nos sirvió de soporte durante todo el proceso. Gracias a los docentes y tutores por guiarnos, acompañarnos e inspirarnos.
Gracias a nuestras familias y amigos por apoyarnos, alentarnos y tenernos paciencia en los altibajos anímicos que, me atrevería a decir, todos experimentamos en algún momento. Un "gracias" muy especial a mis compañeros de recorrido, que hicieron más provechosa y disfrutable la experiencia.