Buenas tardes, respetables autoridades académicas y administrativas, estimados profesores, tutores, familias y compañeros, ante todo muchas gracias por estar hoy aquí, en este momento tan especial.
Es para mí un honor y un verdadero placer representar a mi generación del Master en Gestión Educativa, en esta ceremonia, donde celebramos la culminación de una etapa muy importante en nuestras vidas.
Me enfrenté al reto de preparar un discurso de graduación y, a pesar de que existen muchas cosas que podríamos decir, suele ser complicado ordenar las ideas y darle un sentido lógico a nuestro discurso.
Por eso, en cuanto asumí el compromiso, pensé que lo mejor era preparar un discurso sencillo y, como siempre digo, seguir la máxima de la abuelita lituana de una gran amiga.
Para hacer un discurso: Tenés que pararte... para que todos te vean. Tenés que hablar alto... para que todos te escuchen. Y ser breve... para que todos te aplaudan.
Dos jóvenes peces nadaban juntos por ahí y sucede que se encontraron con un pez adulto, que nadaba en la otra dirección. Este hace una venia y les dice: “Buenos días muchachos. ¿Cómo está el agua?”. Y los dos jóvenes peces nadan un poco, por un rato. Eventualmente, uno de ellos mira al otro y le pregunta: “¿Qué demonios es el agua?”.
El objetivo de este cuento sobre peces es simplemente el más obvio: las realidades más importantes son, con frecuencia, las más difíciles de ver y explicar. Durante nuestro pasaje por el Instituto de Educación de la Universidad ORT Uruguay hemos aprendido, entre otras cosas, a ver y explicar muy importantes realidades, lo que nos permitirá, como gestores, tomar los caminos correctos con un sólido fundamento.
Esta realidad nuestra de hoy, es también muy importante, pero tal vez no tan difícil de explicar. Quizás sea el fruto de la voluntad, la serenidad, la persistencia, el esfuerzo sostenido, el no bajar la guardia, el no rendirse nunca.
Recordemos que la vida por si sola no tiene sentido, tenemos que dárselo, tenemos que tener metas, ideales, deseos… Y los tuvimos… Y trabajamos incansablemente en pos de nuestros objetivos, pero sin perder de vista el camino. Porque el camino es el que nos enseña la mejor forma de llegar y nos enriquece mientras lo estamos recorriendo.
¿Quién no recuerda las interminables correcciones, las entregas, las visitas a la institución educativa con la que trabajamos, las categorías de análisis de Merriam, la sesión de preguntas y respuestas, las lágrimas de emoción de nuestra familia y amigos?
En estos momentos, esa mezcla de sentimientos puede resumirse en un profundo suspiro de satisfacción, en una sonrisa, en un momento de paz con la mirada perdida, fijada en los recuerdos. Ustedes y nosotros, todos hemos sido el camino.
Las satisfacciones que, a nivel profesional, podamos tener podrán ser numerosas. Pero creo que ninguna podrá igualarse a la íntima alegría de la superación personal. Ser egresado de un postgrado de la Universidad ORT Uruguay representa un orgullo personal, un reto profesional y una carta de presentación para las metas que cada uno requiera.
Si estamos aquí hoy es gracias a ustedes también, porque nos ayudaron, nos apoyaron y nos dieron la confianza para seguir adelante.
Esta celebración pues, es de todos. Nuestra graduación es un mérito personal, pero también el fruto de un esfuerzo colectivo. Nuestro postgrado es un trabajo de equipo, porque nada puede hacerse sin nuestro esfuerzo, es cierto, pero tampoco nada puede hacerse sin el apoyo moral, afectivo y hasta financiero de nuestras familias, que proporcionaron el nido de calidez, amor e inteligencia. que apoyó la realización de nuestro trabajo.
Y uno de los apoyos más importantes, a mi entender, es la aceptación de la ausencia, porque a lo largo de nuestro postgrado hemos relegado a la familia, quizás porque sabíamos que su amor es incondicional. Pero fines de semana enteros frente a la computadora o un libro, noches de insomnio, enero leyendo a Taylor bajo la sombrilla tuvieron un precio.
Y nuestra familia lo financió. Y como el agradecimiento es un sentimiento, una actitud interior que no perece si es auténtico, quisiera expresar mi gratitud también a nuestros tutores por su aliento crucial en todo momento, que siempre nos apoyaron, que compartieron su entusiasmo y la agudeza que incentivó nuestras ideas.
También quisiera agradecer a las instituciones con las que trabajamos, que nos abrieron sus puertas y creyeron en nuestro trabajo. No quisiera dejar de mencionar a nuestros formadores, que siempre nos ofrecieron sus opiniones valiosas, su conocimiento, su experiencia y aliento.
Y, muy especialmente, a nuestros referentes en el Instituto de Educación, María Inés, Ana y Fernando, siempre presentes para lo que necesitábamos, sea material, intelectual o afectivo. Y vaya si Fernando es parte de este momento, pieza clave, diría yo, pues a más de un evento no hubiéramos ido si no fuera por él, porque nos hubiéramos olvidado. Tal era el estrés de algunos períodos, los días de entrega... Solo él nos aguantaba, gracias Fernando, estarás tú también por siempre con nosotros.
Y bueno compañeros, ya estamos dentro de ese pequeño porcentaje mundial de profesionales con postgrado. Pues ahora vamos por el Doctorado. Gracias.