Autoridades de la Universidad ORT Uruguay, del Instituto de Educación, profesores, familiares, amigos y estimados compañeros. En algunas oportunidades, la vida nos sorprende y desafía al tener que hablar en representación de otros... En esta oportunidad, en representación de una generación de estudiantes.
Es, entonces, cuando lo oportuno de la selección de los conceptos, la elección de las palabras, lo pertinente del balance, se constituye en un problema. Ante el problema creo relevante expresar...
En tiempos en los cuales la educación está presente como objeto de múltiples discursos –desatando, algunas veces, la ambigüedad; en otras el facilismo y generando, en muchas veces, la imagen de una cuestión más sujeta a la opinión que al conocimiento– es bueno que existan quienes decidan ahondar en el estudio sistemático, en la rigurosidad de la opinión fundada.
También es bueno que existan instituciones que, tomando a la educación como una seria cuestión social y política, la incorporen en su matriz de estudio. Ante lo neurálgico del tema en todos los terrenos –social, económico, político–, lo bueno se transforma en necesario. Por lo tanto, el trabajo que hemos desarrollado durante esta maestría no es solo bueno, es particularmente necesario.
En tiempos en los cuales recaen múltiples demandas y exigencias sobre las instituciones educativas, es bueno que existan quienes busquen construir un conocimiento confiable, quienes tengan la disposición para hacer (parafraseando a Morin) de la investigación no sólo una palabra-solución sino una palabra-problema. Y, sobretodo, estén dispuestos a convertirla en una práctica.
Es bueno que existan espacios académicos que promuevan, orienten y acompañen ese interés, porque posibilitan que la producción de conocimiento sea una realidad. Si ponemos sobre la mesa las exigencias actuales para el mundo académico, y su interrelación con la realidad, lo bueno se transforma en necesario. Entonces, el trabajo que hemos desarrollado durante los estudios de esta maestría no es solo bueno, es particularmente necesario.
En tiempos en los cuales las buenas intenciones perecen en el campo de la gestión, y en ese proceso quedan de rehenes tanto expectativas como aspiraciones, es bueno y es necesario, no solo como cuestión individual, personal, sino colectiva, que se abra, que abramos las interrogaciones y definiciones en torno a ese territorio, el de la gestión, para que expectativas, aspiraciones e intenciones tengan mayor asidero y puntos de amarre.
En definitiva, hemos transitado en esta universidad, junto a los docentes, a las instituciones que aceptaron el desafío de dejarse leer desde distintas lupas, por los imperativos necesarios en nuestro tiempo, esperando que lo necesario pueda conformarse en un buen aporte para la realidad educativa nacional.