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Un aprendizaje que cruza fronteras

19/03/2019
Claudia Pinares vive en Chile, pero aún así decidió realizar el Doctorado en Educación en la Universidad ORT Uruguay. ¿Qué razón llevó a que una estudiante extranjera eligiera el postgrado?

La estudiante chilena Claudia Pinares siempre tuvo la inquietud de hacer un doctorado. De continuar con su formación y adquirir las herramientas necesarias para contribuir a la mejora educativa.

Pero en los postgrados más reconocidos de Chile le exigían exclusividad. Era necesario que se dedicara únicamente al estudio y renunciara a su trabajo en el Centro de Perfeccionamiento, Experimentación e Investigaciones Pedagógicas, un organismo dependiente del Ministerio de Educación de Chile.

Así que se puso a buscar otras opciones. Dos estudiantes que habían realizado el Doctorado en Educación en la Universidad ORT Uruguay se lo recomendaron. Le advirtieron que era un proceso “exhaustivo”, pero que le iba a brindar la oportunidad de trabajar y cursar el postgrado. También le hicieron hincapié en el buen nivel de la universidad y de los docentes.

Investigó en internet, preguntó, se decidió, envió la postulación y finalmente fue aceptada. En julio de 2018, Claudia Pinares se tomó un avión y pisó por primera vez suelo uruguayo para comenzar el Doctorado.

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Pero la llegada a un nuevo país le resultó “intimidante”: “En Uruguay tienen una personalidad distinta a los chilenos. Nosotros somos más tímidos y callados; los uruguayos son avasalladores”.

La primera semana de clase presencial, según la estudiante, no fue sencilla. Llegó ilusionada con su tema de tesis: los directores nóveles chilenos, que asumen el cargo por primera vez. Pero los docentes le hicieron una serie de críticas y comentarios, que la llevaron a quedarse reescribiendo y corrigiendo hasta altas horas de la madrugada.

De todas formas, Pinares reconoció que fue sumamente enriquecedor, “aprendió mucho” e hizo que se desafiara a sí misma. “Te obliga a defender tu tema, porque tú lo quieres y tú lo elegiste. Los docentes te brindan retroalimentación que, con la distancia y el tiempo, vas tomando y procesando”.

La experiencia del postgrado, en los primeros seis meses de cursos, le pareció buena. Destacó como positivo el intercambio que se generó entre docentes y estudiantes. En especial, señaló que esos últimos fueron “muy generosos” con ella.

En febrero de 2018 –al comienzo del segundo semestre del Doctorado en Educación– regresó a Uruguay preparada y abierta a los cambios de los docentes. Está convencida de que esa es la forma que va a poder profundizar y mejorar su investigación ya que, de otro modo, “quedaría todo igual y esa no es la idea”.

De hecho, el foco de su tesis ya se modificó. En un principio, quería estudiar cómo los programas de inducción docente impactan en los directores nóveles. En la actualidad, está estudiando la formación inicial directiva: cómo se generan las mallas curriculares y si son pertinentes para aquellos que asumen el cargo por primera vez.

*Pinares junto a docentes y estudiantes pertenecientes a la tercera cohorte del Doctorado en Educación.
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“Por lo menos en mi país, los directores nóveles llegan a la escuela y nadie los presenta, nadie los conoce. Generalmente es el auxiliar de limpieza quien los recibe”, manifestó Pinares. “Desde el Ministerio de Educación no hay colaboración con el director novel”, añadió y comentó que, cuando ella asumió ese cargo, le pasó “todo lo que le suele suceder a un director” y no tuvo ayuda de nadie más que de sus amigos.

A su juicio, en ese momento no tenía las herramientas necesarias para trabajar con los profesores ni con los estudiantes. Con los conocimientos que tenía, gestionó la institución de la mejor manera que pudo. Por esa razón, consideró fundamental contar con una formación que la ayude, para ser capaz de ayudar a los demás.

“Todo se ha ido dando para que yo siga estudiando. Y me gusta estudiar; es desafiante”, afirmó. En sus palabras, el hecho de investigar y leer hace que “se abran un montón de posibilidades”: “Permite que surjan nuevas ventanas e ideas para adecuar e implementar en el ámbito educativo”.

“Si tú puedes impactar con tu gestión en el trabajo del director, y el director impacta en los docentes, los niños van a aprender”, continuó Pinares, quien explicó que “el fin último es que los niños aprendan y, en especial, aquellos que tienen carencias”.

No obstante, advirtió que si hay algún elemento de esa cadena que sea débil, los niños recibirán una formación débil.

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Pinares todavía no comprende en profundidad el sistema educativo uruguayo. Pero una de las cosas que le llamó profundamente la atención es que –a diferencia de Chile– la formación inicial docente no es universitaria.

También notó elementos en común: “Creo que tenemos las mismas falencias: la formación inicial docente no es buena allá y acá tampoco”.

Para ella, ese es el campo en el que los estudiantes del Doctorado en Educación deben colaborar: “Hay que poner el hombro para mejorar y subsanar todas las falencias que hay”.

“Yo sé que uno no va a cambiar el mundo, pero creo que puede aportar un poquito a la mejora educativa”, concluyó.

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