Oportunidades de Aprendizaje

INTRODUCCIÓN Desde los años 60 (Proyecto Principal de Educación OREALC/UNESCO) los gobiernos de América Latina y el Caribe se han comprometido a lograr una serie de metas en educación, particularmente referidas a aumentar la escolarización y disminuir las diferencias de género y localización geográfica (urbano-rural). D esde la década de los ’90 se agregaron objetivos relativos a la ‘calidad’ (logros de aprendizaje y competencias del S.XXI) como parte de los derechos educativos de una sociedad más justa. En los 50 años transcurridos desde entonces, el avance ha sido marginal en relación a la ampliación efectiva del derecho a la educación de todos los niños y jóvenes de América Latina, a pesar de que ha aumentado la inversión en el sector, se han elevado los requisitos de titulación de los profesores y se ha emprendido importantes reformas educativas. El panorama en la región es complejo, debido a que se debe enfrentar un doble reto: por un lado resolver las deudas del pasado; por el otro dar respuesta a los desafíos del futuro. Las deudas que se heredaron del pasado siglo y que reclaman una adecuada satisfacción se refieren a: la universalización de la cobertura preescolar, básica y secundaria especialmente en grupos vulnerables, como las mujeres, los indígenas o la población con necesidades especiales; la finalización de los estudios de quienes efectivamente acceden a la escuela; la mejora de la calidad y de los resultados de la enseñanza de competencias básicas, particularmente entre los sectores más pobres; el fortalecimiento de la docencia como profesión y el desarrollo de más autonomía de los equipos directivos en la toma de decisiones. Por otro lado, la educación en América Latina tiene que dar el salto hacia el siglo XXI y emprender las nuevas tareas de las cuales dependen el crecimiento económico, la cohesión social y la integración cultural. Ambas agendas – la pendiente del siglo XX y la del siglo XXI – son tremendamente exigentes, requieren un formidable esfuerzo y de propuestas novedosas que ayuden a desarrollar en niños, jóvenes y adultos las capacidades que les permitan desempeñarse en la sociedad actual y en la futura. Sin embargo, es imposible resolver las deudas del pasado a partir de respuestas tradicionales, dado que estas respuestas generaron un sistema educativo y una propuesta de enseñanza, que produjeron las inequidades existentes . “Ante este panorama pueden tomarse dos posturas. Una, esperar hasta que la inercia y el impulso de lo ya hecho alcancen efectivamente a todos los niños, niñas y adolescentes. Otra, tomar la decisión de intervenir acelerando los procesos de inclusión partiendo del análisis de la situación actual, que identifique las barreras y los aspectos favorecedores y que impulsen con inteligencia y voluntad los esfuerzos necesarios para que la educación actúe más plenamente a favor de todos, con especial amor humano y calidad profesional hacia aquellos que viven situaciones diversas o injustas” (UNICEF, 2012: 17). De ahí que hoy sea imperiosa la reflexión sobre las perspectivas para lograr mejores oportunidades de aprendizaje para niños, niñas y jóvenes en América Latina y el Caribe.

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