Oportunidades de Aprendizaje

En este sentido, la CEPAL plantea una doble agenda, por un lado “los problemas pendientes del siglo XX - cobertura, acceso, progresión oportuna y conclusión de los distintos ciclos educativos” a lo que se agrega, como desafío de l siglo XXI, “la reducción de la brecha digital y el aumento de la calidad de la enseñanza en función de los nuevos requerimientos formativos de la sociedad del conocimiento” (CEPAL, 2011, pág. 85). En el marco de la segunda agenda, importa el perfeccionamiento docente y la integración de las TIC. Más allá de que la situación más grave en términos de calidad educativa la sufren los sectores desfavorecidos, la baja calidad de la educación en América Latina afecta a todas las clases sociales, perpetuando el rezago económico y cultural de la región. El porcentaje de los estudiantes de América Latina en el mejor quintil del PISA (Brasil y Chile) es muy inferior al de los países desarrollados. Los datos disponibles sobre los resultados de los programas de mejora indican que es más sencillo reducir desigualdades en cuanto a acceso, infraestructura y materiales que en cuanto a prácticas de enseñanza y a resultados (Reimers, 2000, pág. 24). ‘Las mejoras en escolarización siguen superando las conseguidas en el aprovechamiento escolar, lo cual pone de manifiesto una divergencia creciente entre los indicadores cuantitativos y cualitativos de los progresos de la educación.’ (Bokova, 2010, pág. 45). Por otro lado, existe un desfase entre el modelo educativo actual y las necesidades de las generaciones del siglo XXI. Estudios recientes muestran que el mercado laboral exige habilidades que difieren de las que promueve el sistema educativo. Por ejemplo, ‘mientras que las empresas requieren y buscan recursos humanos con aptitudes de comunicación verbal y escrita, pensamiento crítico, actitud positiva hacia el trabajo, responsabilidad y compromiso, capacidad para seguir aprendiendo a lo largo de la vida, y otras habilidades similares, el sistema educativo sigue privilegiando la transmisión de conocimientos de manera tradicional con énfasis en la memorización de datos y hechos, más que en el desarrollo de capacidades.’ (Alfonso, M; Bos, M; Duarte, J; Rondón, C, 2012). La urgencia hoy en América Latina y el Caribe es replantear el sistema educativo para hacerlo relevante a las necesidades del mundo de hoy. ”No alcanza con garantizar el acceso al sistema escolar, e incluso terminar el ciclo obligatorio, para afirmar que se ejerce plenamente el derecho a la educación. Todavía es necesario que en su paso por las instituciones escolares, los niños, adolescentes y jóvenes, se apropien de saberes que les posibiliten el ejercicio de una ciudadanía plena, y esto sólo es posible si acceden a un sistema educativo de calidad que les garantice condiciones de equidad” (SITEAL, 2010). La necesidad de un cambio de paradigma Es sistema escolar es uno de los aparatos institucionales que a lo largo del tiempo se ha mostrado más renuente a los cambios. Aunque no pueda negarse que, desde una mirada de largo plazo, se pueden reconocer modificaciones, no puede decirse que estas sean de gran envergadura. Las propuestas de cambio vienen siendo más de mejora que de innovación profunda, del orden de lo que se podría denominar ‘más de lo mismo’ ya que no cuestionan los supuestos profundos que estructuran el modelo educativo clásico. En los casos en que sí lo hacen, se trata más bien de pequeños emprendimientos localizados en un área o sector, aislados de la corriente central del sistema que, por lo mismo, no tienen impacto de cambio masivo 2 . No es exagerado decir por ello que, a pesar de las buenas intenciones, las reformas han tenido y siguen teniendo fuertes dificultades para lograr los objetivos de la transformación que se requiere. 2 El caso más notable en este sentido es quizás el del movimiento escolanovista en las primeras décadas del S.XX que, aun cuando se diversificó en varias propuestas, no adquirió fuerza suficiente como para modificar la corriente principal de la oferta educativa.