Oportunidades de Aprendizaje

cobertura a nivel preescolar, la calidad de la oferta educativa no es siempre la adecuada. Schady (2012) destaca la importancia de la calidad educativa desde la etapa preescolar, ejemplificando intervenciones realizadas mayoritariamente en Estados Unidos. Ñopo y Verdisco (2012) sugieren que la baja calidad de la educación preescolar es en gran parte la principal causa de las carencias con las que los estudiantes llegan a la etapa secundaria. Según los autores, el bajo nivel es causado porque los docentes de nivel preescolar están menos preparados que los de nivel primario y secundario ya que solamente un 4,2% ha culminado su educación superior. En los últimos 30 años las reformas educativas han tendido a la universalización y descentralización de la educación básica y secundaria en América Latina y el Caribe, apostando en muchos casos a una mayor participación de la familia y la comunidad en la tarea educativa. En los 80 el énfasis estaba puesto en la universalización de la educación básica, y es a partir de los 90 que se comienza a pensar en mejorar la calidad de la propuesta educativa con el fin de garantizar la equidad (Avalos, 2007). Nadie duda de que en América Latina y el Caribe se ha producido una extensión normativa de la enseñanza obligatoria, que pasó de un promedio de 9 a 12 años de escolaridad, pero el acceso a la educación sigue siendo desigual en detrimento de los grupos más desfavorecidos. La inclusión tampoco se ha logrado porque no hay acceso universal a la misma calidad en educación, existiendo grandes diferencias tanto en el logro de resultados académicos entre los diferentes sectores sociales así como en la calidad de los conocimientos adquiridos. Los intentos por lograr una mayor equidad han fracasado en su mayor parte, perpetuando la exclusión educativa, sobre todo en las poblaciones más desfavorecidas, es decir poblaciones con capacidades diferentes, que se encuentran en situación de pobreza, aisladas geográficamente -en el caso de poblaciones rurales-, grupos indígenas o por diferencias de género. Es ampliamente conocido que en América Latina y el Caribe los alumnos aprenden poco, y que existen profundas diferencias entre quienes nacieron en zonas más desarrolladas y en familias de altos ingresos en relación a los que nacieron en zonas o en familias más pobres. La escuela reproduce las desigualdades mediante la separación entre las escuelas de ricos y de pobres. Según Reimers (2000, pág. 23), ‘…en las Américas hay hondas desigualdades en las oportunidades educacionales de niños de distintos estratos sociales’ . En los estratos más pobres 12 de cada 100 niños y niñas no concluyen la primaria, mientras que solamente 2 de cada 100 niños y niñas de los estratos más altos de ingreso no la culminan. Las tasas de conclusión de primaria son de 96% en zonas urbanas contra un 85% en zonas rurales, y en cuanto a pueblos originarios y afrodescendientes, solamente un 80% culmina este ciclo. A pesar de que la educación es un campo con grandes necesidades de transformación, esa transformación es muy difícil de llevar a cabo. Los esfuerzos son muchos pero no hay una receta clara para mejorarla, y es difícil lograr resultados contundentes. La diferencia mayor entre el siglo XX y XXI es el cambio en las demandas y necesidades basado en la existencia de tres nuevas prioridades que difieren del foco clásico del siglo XX que era ampliar la cobertura educativa. Estas tres prioridades son: 1. mejorar la calidad de la educación básica; 2. la construcción de la ciudadanía; y 3. la ampliación de la cobertura para secundaria baja y alta (Cabrol, M; Szekely, M, 2012).

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