Oportunidades de Aprendizaje
algunas alternativas de fuentes de financiamiento que permitan disponer de los recursos necesarios y los cambios requeridos en la gestión de la educación para alcanzar mejores resultados con los recursos en ella invertidos.” (OREALC, 2004: 5) Este es un diagnóstico que ha venido perpetuándose desde hace ya varias décadas, y lleva a la conclusión de que la región ha avanzado, pero también se reconoce la imposibilidad de avances profundos ya que la tendencia es a un mejoramiento marginal, lento, que está llegando a su límite. El cambio global que viven nuestras sociedades, brinda una oportunidad histórica para empezar esta reflexión con una mirada regional, sin relegar las especificidades de la realidad y de las demandas de esta región. Por esto la cuestión de nuestro pensamiento prospectivo es ¿qué oferta de oportunidades de aprendizaje a lo largo de toda la vida es pensable en el marco de la sociedad del conocimiento para América Latina y el Caribe, si se tienen en cuenta las situaciones concretas que existen en la región y que indudablemente juegan como condicionantes para una propuesta? Una característica de esta región es que frente a los desafíos que enfrentan nuestros países es habitual nutrirse de soluciones generadas en otras realidades, con poca capacidad de cuestionamiento y desconociendo las especificidades y restricciones propias de la región. En el caso de la educación, la gestión actual de las reformas educativas provoca tensiones de gobernabilidad de los sistemas ya que para mejorar la eficiencia (y la calidad y la equidad) pocas veces se buscan respuestas inspiradas en nuestra situación, esto causa problemas de gobernabilidad que generalmente tienen que ver con escasez de recursos para implementar esas soluciones. Descontando el recurso estrictamente político, que se refiere a la necesidad de llenar con nuevos sentidos 12 a la educación, hay dos grandes tipos de recursos que, con su escasez, provocan serios problemas de gobernabilidad: por un lado, la escasez de recursos financieros (que determinan los recursos materiales); y por otro, la escasez de los recursos administrativos, que se manifiesta en procedimientos, normativa y modelos de organización que facilitan o traban la acción. Finalmente, parece haber también dificultades para generar pensamiento alternativo adecuado a las restricciones propias de la realidad latinoamericana. Hay, como es evidente, una restricción de recursos económicos. Dar educación, del modo en que hoy se hace, es sumamente costoso. En América Latina los techos presupuestarios de sus economías hacen imposible financiar educación de alta calidad para toda la población sobre la base del modelo occidental clásico de organización de la educación. Nuestros sistemas escolares arrastran patrones de organización que surgieron en un momento histórico dado y que responden a espacios territoriales con características muy diferentes a las de la región. Aun cuando hay un acuerdo de mayor inversión en educación, hay que reconocer la incapacidad de nuestra región de lograr los niveles de inversión por alumno con que cuenta el primer mundo. Hay que considerar también que hay múltiples evidencias de que el mayor gasto no supone mejores resultados educativos. Por lo tanto, la región requiere del desarrollo de una nueva tecnología educativa (de una nueva didáctica) que brinde la posibilidad de inclusión en el conocimiento para todos, cuyos costos estén 12 Michael Fullan se refiere extensamente a este tema, señalando la necesidad de una nuevo propósito moral (moral purpose) para la educación, sin lo cual no se puede dar un nuevo rumbo a la educación (Fullan, 1993).
Made with FlippingBook
RkJQdWJsaXNoZXIy MTMxMDk1